05 julio 2009

4.33 am

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Alguien debe haber escrito.

Alguien debe haber escrito.

Y no.

La bandeja de entrada está vacía.

No sonó el teléfono.
No hubo mensajes.
Una semana atrás baile con dos hombres. Uno por canción, después
escuché.


Es admirable lo que esconde el corazón de un hombre. Solo
escondido en un cascarón que se arruga.


Aprendo a sentir (sin un roce ni uno solo), a penas por el hueco que abren las palabras al espacio individual establecido como frontera.



Lo he visto antes.

Una vez, atravesando el pasillo. Detrás estaba la luz que entraba por la ventana que daba hacia la playa. No había sonreído, hasta ese día. Sus ojos parecían más claros. Estaba limpio. Tenía la cara de un hombre enamorado y tranquilo. Hola, ¿cómo estás? Bien, contesté desde mi escritorio cuando yo era otra. Se trataba del hombre más feliz. Algo bello.

Recuerdo la noche que lo encontré en el Centro. Faltaba media hora para que cerraran la Galería Sin Nombre. No era él, ya no. Tenía los ojos hundidos y los dientes grandes. Caminaba con la cabeza echada hacia atrás, como si apenas pudiera sostenerla. El cuerpo se le perdía en la ropa. Tenía esa expresión de la muerte dentro y el coraje en los puños. No habló con nadie. Dudo que reconociera algún rostro. Atravesó las conversaciones y las puertas. Llegó hasta el fondo, parecía evaporarse cuando se detuvo bajo el foco.


He visto el vacío.

También el coletazo antes de las últimas horas que revienta en las mejillas y arde. El dolor en ocasiones te detiene por instinto o por miedo a la caída y tiende un puente reconocible. Hay restos imborrables en los que casi terminan de cruzar. A veces hasta en la piel, evidentes en la mirada que a ratos se detiene a contemplar el aire. He visto la sonrisa de los que pudieran no estar pero regresan. Amplia, profunda, cálida y esos brazos que no tiemblan y acogen como refugio. Un par de hombres pequeños y uno gigante saben quien soy, han visto mis ruinas y no temen y no temo. Saben que tengo las piernas gruesas y los ojos grandes. No intentan transgredirme. Regresan.

4 comentarios:

Sara Uribe dijo...

miriam, cómo disfruto leerla

saludos

jose fá dijo...

me gusta, me gusta mucho lo que escribes...
Es admirable lo que esconde el corazón de un hombre, dices. Dices muy bien

Dejo mi abrazo lleno de nubes

Bencomo dijo...

cada vez escribes de una manera mucho más original,es una briza fresca el leerte,

felicidades

Miriam García Aguirre dijo...

agradezco con una sonrisa GRANDE.
abrazos desde Tijuas, en movimiento