05 junio 2011

El parto fue sin dolor, sin sangre. Con las piernas abiertas, eso sí. En el sueño tuve dos hijos, uno enseguida del otro. El primero fue un venado; el segundo, un perro. En una habitación iluminada un hombre de manos suaves los recibía, los cobijaba y ponía en sus cunas a los niños.

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Soñé que volaba en un pez verde. Su boca era una ventana abierta. Me vi adentro y desde afuera, yo era el piloto: iba sentadita capitaneando "muy contenta". Asombrada como niña sobrevolé el mar y era azul turquesa. Había dos soles, uno en el cielo y otro bajo el agua. Ambos brillaban y se unían como dos yemas que salen del mismo huevo. Era un atardecer de mayo a las siete. 

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