Vivo desde hace meses en casa de mis tías. Aquí junto viven también mi mamá y mi hermana. Los fines de semana se llena de niños el patio. Afuera hemos creado un estacionamiento para sus triciclos y sus autos. Les pusimos un anaquel donde guardan los juguetes que van afuera. Yo los acomodo de tal forma que resulten accesibles a su estatura, para tomarlos y dejarlos en su lugar cuando se despiden.
Mis primos y mis sobrinos se llevan un año cada uno, el más grandecito alcanzó los 11 hace unos meses. Ellos forman la nueva generación de esta familia.
José y yo somos los mayores de los primos grandes. El tiene 38 y yo 35. Nosotros alguna vez, hace mucho según mis cuentas y mis achaques, fuimos dueños del verano y de este patio, de cada rincón de esta colonia hasta llegar a la rampa que baja hacia el Centro. Hoy nos sentamos a platicar en la mesa de siempre, donde se reunen los mayores desde que recuerdo. Y nos sienta bien. Se consolidan en ese lugar nuestros vínculos.
Es en la cotidianidad donde las cosas importantes suceden. Algo bordamos en ese sitio, que nos protege y nos abriga(rá).
[Tengo una alergia-gripa de no mames! y estoy aquí con dos velas de mocos, muy resistentes por cierto a las pastillas. En tiempo de calor y humedades veraniegas, los ventiladores y los aires acondicionados me suspenden la vida. Hoy creo haberme dormido en la oficina con los ojos abiertos. Intenté leer un texto muy interesante sobre recepción hasta darme cuenta que ya estaba en una historia que no correspondía con lo escrito en la página 93. Estaba en el delirio del clorotrimetrón cuando inició el viaje. Me escapé de la oficina utilizando mi silla giratoria como vehículo estelar. Sí, me trasladé hacia el firmamento. Mi silla avanzaba a la velocidad del segundero alrededor del planeta Tierra. Mi quijada derecha descansaba en la palma de mi mano, mi codo sobre la rodilla. Eran balbuceos los que me avisaron que ya eran la 5.30 de la tarde. Somnolienta como estaba guardé mis cosas y mi compu. Creo que ya no habia nadie cuando apagué la luces al salir y no me acuerdo si cerré o no con llave la puerta. El trayecto a casa fue un parpadeo. No habia nadie y yo dormí en el sillón de la tele profundamente. En este mundo alterno me tiene sin cuidado todo, por no decir que me vale totalmente madre. Siento muy bonito y me pongo feliz. ]
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