1
ayer oscureció sin aviso
el Sol escupía una columna de humo y llamas
rocas
pequeñas a la distancia
candentes brazas al aproximarse
sentada sobre la cajuela de mi auto observaba
con horror
y paz
vi salir a la gente
llena de asombro
la ciudad
enmudecida
en comunión abismal
se iluminaba
bronce
2
Tengo dolor de garganta. Frío. Los aniversarios luctuosos me van muy mal. Se me dan entre náuseas y olas fotográficas con punta de alfiler.
Aquí no hay nadie, solo esta voz electrizada y megafónica que dicta. Una línea blanca, verde, azul, un zigzag artificial, un pulso. Un horizonte de arena. Viento.
Una pierna gigante me revienta el torso en un ángulo recto que se clava en la imagen suspendida de mi misma. Y me arrastra y me obliga. Siempre habrá algo muerto al pronunciar su nombre.
En la orilla de la playa abriré un boquete donde quepan las cenizas de esa casa, sus objetos, sus dos habitantes. No quiero tumbas, ni rastros.
Me entrego a una paz de sertraline.
-Publicado en la revista electónica Espiral 29.
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