Escribo al sur y me responden, que sí, que la gente anda inquieta, pero allá, lejos, en aquellos pueblos de gente salvaje. "No... aquí estamos bien, en paz, como siempre". "OK", responde la pariente del norte, donde tampoco sucede mucho. Yo no entiendo... Desde las vacaciones, mis parientes llaman para avisar que todo está bien, que hay tranquilidad y paz en el rancho…
Ando en mis días de no entender nada y ver cosas que no son y sí lo son:
Pienso en el proceso de la ceguerra, en los conflictos europeos de mediados del siglo XX que estudié en la universidad, también en los ciclos y las proyecciones de los que analizan el mundo. Recuerdo al señor Castells. Recuerdo una conversación que tuve con P. sobre mi dificultad para conciliar los piensos sobre la teoría social con las ideas sobre el tiempo circular, la materia y el espíritu; y, en los conceptos de justicia, desapego, libertad y esperanza entre estos discursos. La imagen de la autoinmolación de un monje tibetano en una calle aparece en mi memoria. Tengo muchas preguntas...
Miro burbujas que van y vienen en el tiempo-espacio, de sustancias y densidades varias, flotantes y con hartos destellos, que nos llevan dentro y vamos en ellas girando, dando de gritos, riendo a carcajadas, dormidos, locos, pensativos o en un estado que supongo es la tranquilidad. Algunas, se pegan con otras y forman figuras moleculares de colores en "el flujo" ese donde se desplazan.
El viernes explotó una llanta de mi auto y se jodió la suspensión; luego se fregó el boiler, hubo una fuga de gas y tuve que comprar otro tanque. ¿Sabe lo que es soltar el salario de una semana completa de trabajo en menos de un día? Gracias a eso, hoy conocí a un excelente plomero-electricista que, antes de abrir su propio negocio aquí por el rumbo, pick-up con una caja gigante de herramientas y escalera metálica, trabajó muchos años en una compañía constructora en San Diego. Antes de marcharse me dijo: "Muchas gracias por solicitar mis servicios, nunca olvido la cara de un buen cliente. Por favor llámeme si tiene algún otro problema, estamos para servirle". ¡Quería abrazarlo! A cambio, correspondí a su amabilidad con unas palabras de reconocimiento y sentí que habíamos tenido un intercambio justo y respetuoso. Vi en ello la posibilidad de una vida... otra.
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