Hoy es treinta de diciembre y estoy en Cancún con mi madre y mis hermanas. Ayer estuve en el templo maya del Jaguar, junto a un hermoso cenote. Fui a Tulum y comprobé que me imaginación es superada de manera infinita por la belleza de este espacio. Las risas de la gente que habitó este y los otros sitios que he visitado puede escucharse todavía. El espíritu de sus viajes y la energía de su mundo permanecen vivos. Eran libres y disfrutaban de una creatividad luminosa que nosotros a penas alcanzamos a percibir.
Conocí el sitio de Cobá, es indescriptible. La paz de ese sitio, la antigüedad de los seres que la habitan y la magestuosidad de sus vestigios siembran en mí una profunda humildad. Sólo puedo pensar en la libertad y en la vida, en eso que una sociedad finamente organizada y en armonía con los elementos de la naturaleza puede lograr. Nos fuimos a Bacalar hace unos días y conocí una laguna de todos los azules.
Sin embargo, lo más notable y significativo de lo que va de este viaje es la calidez de las personas que hemos conocido, sobre todo la gente de los pueblitos, la que nos guía. Son profundamente amorosos, hace mucho que no sentía tanta ternura, viven con mucha dignidad, tienen mucho orgullo de tener raíces mayas.
He pensado en la Historia y estoy segura de que nos han mentido descaradamente. Aquí las personas lucharon durante siglos y lo que vivieron fue horroroso, lo que vivieron los pueblos originarios de este continente fue mostruoso y aún lo sigue siendo. Por eso, su voz se eleva digna y luminosa en los momentos de tan funestos gobernantes y gente.
Observarlo me hace pensar en esa ciudad tan decadente en la que vivo, en lo ridículamente pequeño que ha sido mi mundo y que es el mundito del sitio de donde yo vengo. Ya no quiero resistir, no podemos regresar, ¿a qué? Debe haber una manera de dejar de participar en este sistema y que se colapse, de encontrarnos de nuevo con la tierra y sobre todo con la comunidad. Para vivir con dignidad es necesario transformar e impulsar la creatividad, eso es hoy. Reconocer que no vendrá nadie a hacerlo por nosotros lo me hace sentir libre.
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