Conjunto norteño en fiesta de mujeres aquí junto. Hasta eso que es de los buenos, tocan rebien y el vocalista es muy entonado, por decir. Las rolitas han sido de lo más tradicional: Cadetes de Linares, Ramón Ayala y Los Tigres del Norte. A ver alrato qué tocan. Ellas corean Camelia La Texana y gritan apasionadas. ¡Pero cómo gritan! Están muy alegres. Mientras tanto, los chamaquitos juegan en la calle y andan eufóricos. Yo aquí, leyendo noticias y escribiendo cuentos.
Ha sido una semana de emociones contradictorias. Ayer lloramos mucho en la universidad y encontramos en el corazón la fuerza para proclamarnos con dignidad. Pasé el día desplumada, como varios, respondiendo al shock inicial. Hoy tuve un ataque de risa a la hora de la comida. El instinto de sobrevivencia se activa junto con un resorte de practicidad, por eso me sorprenden la esperanza, el amor y la claridad de cara a la violencia y a este duelo colectivo, que son posibles en medio de esta guerra que se prolonga.
Estos días he repartido abrazos por todas partes y he sostenido conversaciones inesperadas. También he estado atenta al tráfico y a lo que sucede en las calles alejadas de la protesta. Hay tanta hambre, pobreza y sobre todo indolencia. En esta ciudad, como dicen, la fiesta continua. Es muy intenso, estoy agotada.
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