"Sin embargo, como queda dicho, a este poder destructor que por una parte nos atrae y que por otra tememos, se le otorga paradógicamente, una virtud sanadora o reparadora, de carácter ontológico: a través del binomio eros-thantos encuentra el individuo humano su plenitud o complemento en la fusión amorosa, de modo que la propia angustia de muerte desaparece con ella, puesto que el enamorado identifica esta última como el grado máximo de disolución en el otro, a través de la cual se crea la ilusión de trascendencia del propio ser que llamamos felicidad."
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