Algunas veces quisiera recostarme junto a cada uno de mis amantes, sentir sus abrazos de piel lijosa, dejarme envolver por sus distintos sudores de un día de trabajo y vibrar feliz en el sonido de sus voces graves. Dar pie a sus relatos heróicos y formar al fin con cada pedacito de recuerdos sanos un padre amoroso, bueno y protector. Pero la imagen queda siempre borrosa.
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