Vi esto anoche:
Me paraba frente a un hombre de cabello muy largo. Era un hombre conocido, muy familiar. En su pecho había una puerta de piel y una cerradura. Yo tenía la llave y la giraba hasta escuchar el click. Vi sus huesos, ninguna gota de sangre. Adentro su corazón vivo latía, estiré mi mano y empecé a hacerme chiquita, muy chiquita. Me metí y él cerraba la puerta.
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