tengo ganas de decir te quiero. el mundo se parte. mientras, nos comemos algo que parecen papas y en lugar de abrazarnos nos detenemos frente a un semáforo eternamente rojo y silencioso. un par, que como las papas, parecen algo que no son.
regreso al punto del mundo que se parte, como nunca en dos. lo vi frente al silencio del semáforo en rojo. esa eternidad me alcanzó para reconstruir la historia, también de la humanidad:
del bolso de las categorías saqué las palabras coyuntura y ruptura. una para pensar en las cosas divididas e inseparables, contínuas. la otra, me resulta increíble, contranatural y próxima al ilusionismo. detrás de la ola hay agua, de la avalancha algo que nombramos destrucción y lo que queda es lo mismo pero otro. el espíritu de las cosas permanece. la dinámica de la materia es el origen de estructuras en constante transformación. ni los átomos desaparecen, se dividen y configuran otras alianzas hasta el equilibrio.
fenomenología, otra palabra para objetivar lo irracional como esos hilos invisibles que no se rompen (se encienden, se apagan, se iluminan amarillos).
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