Tengo la intención de pacificarme. Está cabrón. Percivo situaciones que me preocupan, me duelen y casi siempre enfurezco cuando no puedo solucionarlas. La frustración se desarrolla en mí cuando mis intentos por resolver son insuficientes. Poco a poco empiezo a convencerme de que hay un chingo de cosas que para solucionarse implican la voluntad de otros, que responde a sus propios procesos y decisiones, que no tengo control. A veces me rindo, me tomo un tiempo, una distancia, lo suelto y dirijo mi energía hacia otro asunto con posibilidades de fertilidad; busco situaciones que sí puedo controlar para sentirme bien, pero la cosa es que el trabajo de la pacificación implica aceptar que está bien no tener control de todo. Ahí me atoro y pues... tengo un saco de pérdidas y aprendizajes que empiezo a integrar.
A veces cuando pasa mucho tiempo las pérdidas esas se convierten en experiencias vitales, y hasta en recuerdos apreciados. Mira, en esta situación aprendí esto, estotro, crecí mucho después de. ¡Uy, me tardo un chingo en darme cuenta! Las que más duelen son aquellas en las que había más amor y me crece un corajote. Muchas decisiones las he tomado con coraje, y ya. El coraje también es una energía impulsora que sirve para demarcar territorios personales. Hasta aquí. Pero ese Hasta aquí tardo mucho en ponerlo y pues ya la cuerda esta requetetensa, se truena y se desfibra todo. Nos desfibramos. Bien triste. Hay que tejer desde el principio y a veces los hilos ya no sirven.
Estas semanas de descanso han sido geniales. Sostuve encuentros con personas con quienes mantuve distancia por un tiempo. Aprendí algo importante, las fibras se transforman, crecen o no crecen o quedan rotas y yo creo que en un proceso de cambio que es individual, casi por completo. Fue muy curada reconocer a través de un saludo o un abrazo el proceso de la otra persona, ya sin tantas explicaciones. Que esas fibras se transformen en otra cosa es muy valioso y es algo que no había visto. Al menos a mí me da gusto y sí me importa. Me da gusto que las personas se sientan contentas y reconocer que hay miles de situaciones que me rebasan, que son independientes a mis deseos. Miro, así, miro, mis formas infantiles y temerosas de que las cosas se rompan, cambien, que sean libres de mí. Y ahora que empiezo a comprenderlo la joroba esa que cargo en la espalda se aligera, porque cuando me aferro sufro porque las cosas se mueven y yo quiero que no se muevan, o que se muevan cuando yo digo. Así que estos días me han servido para reconocer que tengo un egote que se encrespa razonablemente y con harta frecuencia, es decir, que me tardo en ver a las otras personas y sus necesidades, aunque pensaba que sí las veía y que me comunico con deficiencia, me expreso a medias y qué desmadre ese en el que participo inconsciente.
Hace unos días empecé a sentir muchas ganas de correr y empecé a correr porque me gusta sentir mis músculos estirarse; el aire caliente en el pecho; la baba y los mocos que se me escurren junto con el sudor cuando doy mi máximo esfuerzo. A ratos se me sale el llanto y lloro y corro y sudo, y grito. Hago un drama bien chistoso. Quizá necesitaba hacer el ridículo y reirme un poco de mí. Así que entreno, diariamente, la corrida y el drama consciente, y se me sale toda la tristeza acumulada que tengo. Después de eso me vuelvo muy chistosa y hasta me rio sola de todo lo que se me ocurre. El otro día el Lama dijo que detrás de la tristeza, el dolor y el enojo, estaba una persona que pedía ser reconocida y escuchada, alguien que tenía algo que dar y nadie lo recibía; y, que así pasa en lo personal y en lo colectivo. Y traigo sus enseñanzas recorriéndome de arriba a abajo.
Creo que he andado buscando afuera algo que no voy a encontrar, porque está adentro. Y es bien simple, estoy aprendiendo a escucharme y a observar qué pasó con mis fibras, hacia dónde crecen y de qué manera se transforman. El tiempo circular, inconstante en sus ritmos, es más complejo porque quiero entenderlo, quiero entender todo y rápido, y funciona distinto. En el tiempo lineal las cosas se rompen y se rompieron, ahora más claro siento que no es así.
El ser es un proceso abierto y circular.
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