Voy como en reversa. Primero termino con lo más cerca hasta volver al centro, donde está atorado algo mío, exclusivo. Lo planifiqué así entre noviembre y diciembre, decidí que sobre cualquier otra cosa iba a terminarlo en un año. Es un viaje de retorno que implica romper en mi cuerpo el tiempo lineal, rupturas profundas, incluso con la "realidad". Esa es mi batalla porque todo esto no es nada.
No sé qué va a pasar, a veces alcanzo a entender que lo importante no es lo que va a pasar ni lo que pienso importante. Lo que significa es lo que ocurre. Esto no es nada. Todo esto no es nada,
lo que es cierra un ciclo (un viaje). Yo estoy en tu lenguaje tú estás en mi lenguaje en mis ojos en tus ojos en mis oídos en tus oídos en mi cuerpo en tu cuerpo. Estoy lista para irme de aquí. Sé que esa ciudad existe. Pienso que está en el sur. Quisiera que me fuera concedido, sino escribiré.
Esta mañana en la curva de la carretera debajo de una montaña estaba un hombre de traje negro lanzándose piedras a la cara. Se había rasurado la cabeza, las barbas, las cejas.
Y le faltaban trozos de piel en el rostro. Sangraba y llevaba en la espalda una mochila. Y gritaba y en sus gestos había dolor. Yo lo bendije con mis manos, como a esos hombres que vi huir anoche
entre los árboles del canal. Corrían entre los carros, entre los puentes de la Vía Rápida a espaldas de Plaza Río. Eran más de veinte corriendo asustados, cargando sus mochilas y sus bolsas, mientras otros hombres en patrullas y motocicletas iban detrás de ellos.
Vi la guerra. ¡Cómo no voy a estar triste¡ ¡cómo no voy a llorar si todo esto sucede y yo lo siento! Ahora veo y siento como nunca y me cuesta entender por qué por qué y
me pregunto por qué un impulso me hace levantar la mano izquierda y decir: estoy con ustedes, estoy con ustedes, sin soltar el volante, lloro adentro y una fuerza muy grande que a veces sí entiendo está conmigo. ¿Para qué me sirve sentir?
Quizá para existir, que es tener conciencia del amor del otro y de su vida. Para entender qué es la exclusión, qué significa no ser nombrada, ser desechada. Para hablar y escribir sobre la igualdad y los caminos de la igualdad, sobre el amor y los sueños como los vínculos más sagrados entre los humanos y por lo tanto, los más atacados en esta guerra.
Este libro se puede llamar El amor en tiempos de la dictadura o Las Siemprevivas, porque todo esto es consecuencia de la guerra y de la guerra espiritual, en eso estoy completamente de acuerdo. Necesito llorar, llorarte, llorarme. Ya pasó aquí.