No recuerdo de memoria ninguno de mis textos, pero uno chiquito y poderoso vibraba en mi boca y en mi corazón. Entonces pedí a Lore que me ayudara a sostener el libro para buscar entre las páginas lo que estaba por leerle al público porque quería que vieran que la historia de las mujeres se hace en conjunto y que vamos siempre acompañadas, que ni ella ni yo nos quedaríamos ahí sentadas como espectadoras. Pese a lo trágico del asunto planteado, el público reaccionó con carcajadas ante el breve performance y leí:
Es mentira que nací triste
que nací esclava
que nací condescendiente
Nací infinita
hasta el día de mi muerte
Alada
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1 comentario:
Gracias por compartir tu peoema en ese momento Miriam, ahora entiendo más lo que nos tocó vivir como espectadores. Saludos desde Guadalajara. Carlos.
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