Estaba en la punta de una loma frente a la playa mientras un huracán se aproximaba. Pensé que podría escalar sus ráfagas y me lancé. Me sostenía de unos como brazos que parecían salirle, luchaba contra él y le daba de puños. Así estuve volando y guerrereando durante un buen tiempo hasta que él endureció: sus aires se tornaron muros contra los que me golpeaba hasta romperse todos mis huesos. En mi cuerpo aparecieron heridas sangrantes y mi piel empezó reventarse. En el sueño moría y entonces desperté.
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