Lo escuché en el coloquio de hoy.
El lenguaje es limitado.
El lenguaje es una manifestacion de nuestras propias limitaciones.
Somos nosotros quienes nombramos.
Somos creadores/destructores.
Si el mundo nombrado es una herencia, ¿qué esperamos para nombrar y nombrarnos? Es ese mismo lenguaje, como cosa orgánica y maleable, la que condiciona las posibilidades de nombrar lo nuevo y lo que no tiene nombre.
Insisto en esta pregunta que incorporé apenas: ¿Qué es la exclusión? ¿Por qué la permito? ¿Para qué? ¿A quién cedo mi poder y mi nombre cuando soy excluída? ¿Tenemos consciencia de la exclusión? ¿De sus sutilezas? ¿De las prácticas "inofensivas" del lenguaje?
La exclusión tiene lugar no sólo porque los hombres o los poderosos decidan, tal vez se deba a que desconocemos el poder del lenguaje tanto como nuestro propio poder. A que desconocemos el lenguaje. Si es un problema de desconocimiento, ¿entonces con educación alimentamos nuestro poder y nuestra consciencia? ¿Quién educa? ¿Cómo?
Esta cuestión es dimensionalmente mayor a la demanda de signar femenino masculino a cada cosa. No alcanzo a comprenderlo del todo, pero sé que hay algo ahí, algo que siento y observo. Algo que tiene que ver con el reconocimiento y la igualdad.
Pero eso que no se reconoce, eso que no se nombra: ¡existe! ¡existe!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario