Lejos de la ciudad está la Vía Láctea. El sábado la vi en su esplendor, también al signo del Escorpión y a unos hombres de otros tiempos. Vi muchos tiempos, sentí miedo y sentí paz. Una libertad muy grande y amor. Un guerrero-cazador se inclinó hacia la Tierra, con su mano la tocó y le dijo: queremos llenar tu corazón, ya no llores. Sentí muchos corazones y el corazón de la Tierra. El Mar se hizo presente y nos cubrió en la madrugada una cúpula de brisa, y la Luna, que se detuvo sobre nuestras cabezas más allá de lo imaginado. El fuego se mantuvo encendido y abrió una serpiente de luz entre nosotros. Abracé a mi amigo, muy fuerte, y él me abrazó también en medio de aquel asombro. Asombrados volvimos.
Tú sólo repartes
Flores que embriagan
Flores preciosas.
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