Hoy salí muy temprano de mi casa. Cuando desperté lo primero que escuché fue el canto de un cuervo, lo mismo ocurrió cuando dejé la regadera, llegué a la imprenta, a la editora y al estacionamiento de mi oficina. Ahí fue cuando lo vi, sobrevolándome. Y entonces creí que tal vez eso que he estado escuchando y viendo desde hace tantos meses sea yo. Ese animal. Levanté la mirada, lo vi sobre mí volando y me vi los zapatos: -¡Se me sale el espíritu!
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