Sincronías de sepa qué. Hace días que no comprendo los signos.
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Recordé apenas las carreras de caballos en el hipódromo que vi cuando niña. La ciudad entonces era muy pequeña. No existía el mundo, ni la guerra, nadie había desaparecido. Todo era cierto. Entre aquello y yo sólo mis ojos y mi abuela. Mis ilusiones eran llevarme un gajo de naranja con sal a la boca, construir naves en el patio, clavarme en las olas y cantar la canción de los elefantes al regresar de la playa.
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